Hasta mediados de la década de 1960 el carbón constituía la principal fuente primaria de energía a nivel mundial, lo sigue siendo para China y tiene gran importancia en Estados Unidos, Alemania y Australia; también en países de Europa del Este y de Asia. En cambio en América Latina su participación es casi marginal, constituye aproximadamente el 8% de las fuentes primarias, aunque en algunos países, como Chile, equivale a casi un tercio. En tanto la producción de la región representó en 2013 apenas el 2% del total mundial.1
Sin embargo, a pesar de la escasa relevancia, en Latinoamérica la explotación de carbón es la causa de fuertes conflictos. En Colombia, el principal productor de la región, está directamente vinculada a violaciones de derechos humanos y es responsable de severos impactos socioambientales;2 mientras que en Venezuela el avance de la frontera extractiva ha desencadenado conflictos territoriales en la Sierra de Perija.3 En tanto en Chile, donde meses atrás se lanzó la campaña #NoMasCarbon, la posible explotación de cinco minas encendió el alerta en Isla Riesco, en el extremo sur del país. Problemáticas y conflictos como los mencionados, que tienen origen en la extracción y combustión de carbón, son un punto de referencia ineludible al momento de analizar los proyectos de aprovechamiento limpio, que se promocionan como tales porque supuestamente logran reducir las emisiones de gases de efecto invernadoro (GEI).
Carbón amigable
El carbón alojado en mantos profundos, contenido en vetas delgadas, de baja calidad, puede ser sometido a un proceso de combustión subterránea controlada y obtenerse gas sintético o syngas. Además, mediante mecanismos de captación de carbono se reducen las emisiones y al realizarse in situ se resuelve el problema de las cenizas, porque quedan depositadas en la cavidad. Lo mismo ocurre con el gas contenido en la roca, que durante siglos se cobró la vida de trabajadores mineros. Desde hace décadas es posible extraerlo a partir de la adaptación de técnicas utilizadas en la explotación de hidrocarburos, lo que permite reducir las emisiones GEI, dado que se evitará liberarlo a la atmósfera para garantizar la seguridad en las minas. De manera muy suscinta esos son algunos de los argumentos ambientalmente amigables utilizados por quienes promocionan la gasificación subterránea de carbón y la explotación de gas de mantos de carbón.4 Sus impulsores también afirman que son alternativas no sólo para diversificar la matriz y reducir las importaciones de energía, un problema común a los países de la región; sino que además, como en el caso de la explotación de lutitas, aseguran que el gas es el combustible puente hacia fuentes limpias, y ampliar su oferta es avanzar en esa dirección.
Más allá de las convicciones de quienes sostienen esos argumentos, los desarrollos en cuestión intentan superar los límites técnicos y financieros que impiden la explotación del carbón alojado en vetas profundas, o demasiado delgadas, o de baja calidad que constituyen la mayor parte de las reservas existentes a nivel mundial. Su desafío es generar las condiciones para que el gas -sintético o contenido en la roca ingrese a los mercados energético y petroquímico y, por añadidura, prolongar la matriz fósil.
Colombia en la cruzada del metano
Para extraer el gas metano de mantos de carbón (CBM, por sus siglas en inglés) se perfora hasta la veta y, en una primera etapa, se extrae principalemente el agua allí contenida. A medida que baja la presión hidrostática, se libera del metano de la roca. En algunos casos aplican la fracturación hidráulica (fracking) para aumentar su permeabilidad de la veta. Entre los principales problemas asociados a estas explotaciones se cuentan el manejo de las aguas de producción -generalmente salobres-, la contaminación de cursos de agua superficiales y subterráneos, y el hundimiento del terreno (subsunción).5
Esta técnica desde hace al menos tres décadas se utiliza comercialmente en Estados Unidos, Canadá6 y Australia, y hay políticas para su implementación en China7, Indonesia y Mozambique.8 En tanto en América Latina, Colombia, el principal productor y exportador de carbón, se convirtió en el primer país en concesionar áreas para la explotación de gas metano de mantos de carbón. En marzo 2016 el presidente de la Asociación Colombiana de Gas Natural, Eduardo Pizano, destacó que el Estado había aprobado la primera licencia a la compañía Drummond, en el departamento del Cesar. La explotación comenzaría con la perforación de alrededor de 70 pozos, que demandarían un desembolso de 126 millones de dólares (El Pilón, 18/03/2016 y La República, 17/10/2015).
Según un estudio contratado por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), las regiones más atractivas para este tipo de proyectos la explotaciones son Cesar-Ranchería, La Guajira, Cordillera Oriental y Cauca-Patía, las cuatro cuencas con mayor potencial del país. En ese sentido la Agencia destacó a fines de 2013 que trabajaba en la creación de normas para abrir procesos de asignación de áreas de explotación (Colombia Energía, 03/12/2013).9 Poco después, en la Ronda Colombia 2014, se ofrecieron en concesión ocho bloques para exploración de gas asociado a mantos de carbón (El Heraldo, 22/02/2014).
En esa carrera, el Ministerio de Minas, la Agencia Nacional de Minería (ANM) y la ANH se unieron con la Iniciativa Global del Metano. Se trata de una alianza voluntaria multilateral “para promover la reducción, recuperación y uso del metano como una fuente de energía limpia, creando una red internacional de gobiernos asociados, miembros del sector privado, bancos de desarrollo, universidades y organizaciones no-gubernamentales”10.
Experimentos con la energía del infierno
En 1913, Vladímir Lenin describió la gasificación subterránea del carbón como la “gran victoria de la tecnología” que liberaría a los obreros de los peligros del trabajo en las minas. Hoy, en el sudeste de Queensland, la llaman Syngas: la energía del infierno. Con esa reflexión se inicia el informe de la Dra. Mariann Lloyd-Smith, de la National Toxics Networks (NTN), sobre las impactos de la gasificación subterránea de carbón en Australia, publicado a fines en 2015. Ese trabajo, junto con el Informe del Panel Científico Independiente sobre Pruebas Piloto de Gasificación Subterránea del Carbón, publicado en 2013, son fundamentales para la crítica de esta técnica; y cobran particular relevancia porque quienes la promueven citan la experiencia australiana como exitosa.11 Incluso plantean que en ese país tiene un desarrollo comercial, cuando en realidad los proyectos de las empresas Cougar Energy, Linc Energy y Carbon Energy12 no superaron la etapa piloto.13 Es más, a lo largo de 2016, los estados de Queensland y Victoria impulsaron la prohibición de la técnica con el objetivo de preservar su economía agropecuaria y los directivos de Linc Energy fueron denunciados penalmente.14 La decisión llegó luego que un estudio del Departamento de Medio Ambiente de Queensland determinó que la empresa era responsable de la contaminación de suelos utilizados para el cultivo de trigo, cebada y algodón y pastoreo de ganado. El gobierno estadual impuso una “zona de exclusión de excavación” de 314 km2, debido a las filtraciones de hidrógeno y metano liberado en el subsuelo. Los agricultores tienen prohibido cavar pozos de más de dos metros de profundidad. 15
Cabe destacar que no sólo en Australia las autoridades decidieron frenar la aplicación de esta técnica, en octubre último el gobierno de Escocia anunció que no apoyará la gasificación subterránea de carbón tras conocer las conclusiones de un informe realizado por la Universidad de Glasgow. El ministro de Energía, Paul Wheelhouse, sostuvo que ésta “plantea numerosos y graves riesgos ambientales”16. Meses antes Cluff Natural Resources había cancelado un proyecto en ese país. Según Amigos de la Tierra Escocia, la empresa sufrió la presión de la oposición organizada que había pedido que la técnica fuera incluida en la moratoria que rige para la explotación de gas no convencional.
El Sur también existe
Más allá de la relevancia que la explotación de carbón tuvo en Chile y Argentina, en términos energéticos y de modelos de desarrollo, sus reservas son notablemente menores a las de Brasil, Colombia, Venezuela y México,17 y en términos globales no rankean. Sin embargo, ambos países se cuentan entre los pocos de la región en los que se promovieron o promueven proyectos de gasificacion subterránea de carbón.18
La dependencia de la importación de energía, por parte de Chile, despejó el camino para que en 2009 desembarcara el Proyecto Mulpún, de Antofasta Minerals, perteneciente al grupo Luksic -uno de los más grandes del país- y la australiana Carbon Energy. La autoridad ambiental había aprobado la ejecución de la primera etapa, sin embargo desde 2013, por problemas financieros, el proyecto se encuentra paralizado. Ese mismo año un vocero de Antofagasta Minerals aseguró que le empresa también estaba interesada en gasificar depósitos de carbón en cercanías de Punta Arenas.
En tanto el avance de los no convencionales en Argentina, con la explotación comercial de gas y petróleo yacimientos de lutitas y arenas compactas en el norte de la Patagonia parece despejar el terreno para la evaluación de otras fuentes y técnicas con escaso desarrollo a nivel global. En este marco se explica la promoción de proyectos de gasificación subterránea de carbón e incluso que en la reforma de la ley de Hidrocarburos, en 2014, se incorporara como fuente no convencional al gas de mantos de carbón.
En 2010 Barranca Sur Minera anunció el descubrimiento de carbón en la cuenca Claromecó, en la provincia de Buenos Aires. El hallazgo trascendió por interés de la propia empresa, dado que en la misma zona se le había otorgado una concesión de exploración a la petrolera YPF, sin embargo no tuvieron la misma publicidad otras manifestaciones de descubrimientos tramitadas por particulares ni los más de cien expedientes de solicitud de cateo iniciados entre febrero de 2008 y enero de 2013. Gestiones que se encuentran estancadas, sea porque los peticionantes no cumplieron con todos los requisitos -por ejemplo, adeudan documentación- o porque el Departamento de Minería bonaerense no se expidió.19
A fines de 2014 el secretario de Servicios Públicos de esa provincia manifestó que el gobierno estaba interesado en aprovechar el potencial energético del carbón bonaerense. Tras el cambio de autoridades, en diciembre de 2015, no se realizaron declaraciones, pero extraoficialmente funcionaros del área sostuvieron que el interés sigue latente. Cabe mencionar que en 2010 el Ministerio de Producción de la provincia ejecutó el Estudio de Tecnologías Limpias para la Explotación y Utilización del Carbón Mineral, y en mayo de 2015 la Subsecretaría de Desarrollo de Servicios Públicos inició el expediente 2174-369 sobre Producción de energía eléctrica mediante gasificación de carbón mineral en la Cuenca de Claromecó, que sigue su curso.
Además de los proyectos de Buenos Aires, se estarían evaluando otros dos en la austral provincia de Santa Cruz, uno de ellos impulsado por Guevara y Asociados y el otro por la sede local de la Universidad Tecnológica Nacional en Río Turbio, la cuna del carbón argentino. Respecto al rol de las universidades públicas en la experimentación y promoción de la gasificación subterránea de carbón, en el país se destaca el Instituto de Recursos Minerales de la Universidad Nacional de La Plata, que incluso firmó un convenio de cooperación con el Grupo Delmo.
Más allá de los proyectos de gasificación subterránea, en la última década hubo un intento de posicionar al carbón como fuente energética en Argentina. En 2009 se inició la construcción de una usina carboeléctrica en Río Turbio, donde se localiza el único yacimiento de este mineral del país en explotación. Si bien la planta fue inaugurada a fines de 2015, actualmente no funciona. En tanto a fines de ese año la entonces presidenta Cristina Fernández presentó en el parlamento un proyecto de ley para la creación de la empresa Yacimientos Carboníferos Fiscales S.E., en el que se declara “de interés nacional el desarrollo de la exploración y explotación del carbón mineral y sus derivados, como recurso para la generación de energía eléctrica”.20 La iniciativa fue aprobada en la Cámara de Diputados pero aún no fue votada en el Senado. También en 2015 fue presentado un proyecto de ley para promover la producción de combustibles líquidos derivados del gas y del carbón mineral.
Los intentos por reinventar al carbón paracen no detenerse, sin embargo prohibiciones como las conquistadas por la oposición a la gasificación subterránea en Australia y Escocia iluminan las resistencias a estos intentos.
Notas:
Fuentes:
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BBC (6/10/2016). “Scottish government to ‘block’ underground coal gasification”.
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