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Hoy una radio puede hacer muchas más cosas que antes.
Hoy una radio puede transmitir por onda analógica, ser radio digital, pero además transmitir por Internet, generar podcasts, intervenir en las redes sociales, ser una propaladora, una casa con parlantes, una instalación sonora, ser Youtube, Spotify, estar en la radio, en el celular, en un reloj, en la compu, en el televisor. Hoy el territorio de la radio es más ancho que antes. Hoy el mundo es una gran radio.
Hoy una radio se puede democratizar. Puede invitar a cualquier persona a hacer comunicación, como ningún otro soporte. El podcast, por ejemplo, hace que sea barato, sencillo y rápido producir un contenido. Hoy una radio debe comprender ese fenómeno.
Hoy la radio puede arriesgarse sin tanto miedo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué tu contenido sea aburrido o no lo escuche nadie? Eso también puede suceder aunque se sigan los pasos de los manuales.
Voy a cambiar entonces: hoy una radio puede (pero también debe) arriesgarse, para no correr detrás de la novedad digital, sino aprovecharse de ella.
Por eso hoy la radio puede y debe explorar: el paisaje sonoro, el valor del silencio, el objeto sonoro, el ruido.
Hoy la radio puede y debe quitarse estigmas, obligaciones y presiones: puede volver a ser radiodrama, seguir siendo radioarte, empezar a ser documental. Inventar la #MiniRadio, la MaxiRadio, la reality radio, el radiofilm, el radiomeme, el radiogif, las narrativas con mensajes de Whatsapp, la radio en el mundo transmedia. Hoy una radio puede hacerlo de otro modo, preguntarse menos por qué hacer las cosas, y más por qué no habría de hacerlas.
La radio puede ser reformateo. Lo que se narra en un momento y lugar, aparecer de otra forma para otro momento y otro lugar. Una misma historia puede ser de una hora, veinte minutos y treinta segundos.
Hoy la radio puede y debe fascinarnos con las historias. Ser curiosa y exploradora.
Hoy la radio puede y debe ser un espacio de encuentro, una herramienta social, funcionar como una plaza. Hoy una radio puede escuchar mucho más que antes. Hoy una radio comunitaria puede realizar más que ninguna el anhelo de la comunicación.
Hoy la radio puede y debe ser más linda. Puede y debe ser de fuego, puede y debe abrazar y abrasar.
Pero también hoy la radio puede y debe ser la que siempre ha sido. Y volver a creerse su rol esencial. La radio puede ser cercanía, fidelidad, intimidad, creatividad, imaginación, inspiración, compañía.
La radio excede sus márgenes, desdibuja el aparato, relativiza el dispositivo. Hoy una radio está en mil lugares, ahí escondida, esperando que alguien la decida usar. Hoy una radio puede ser un escape, un espejo, un pasaporte, una foto, una película, un diván, una nube, una ciudad, un bosque, un cable a tierra, un teléfono, un viaje eterno.
Hoy la radio puede ser más fuerte que nunca. Ser explosiva, fresca, brillante. La necesitamos así. Porque hoy la radio puede (y debe) seguir ayudando a cambiar el mundo.