Las radios comunitarias e indígenas en Bolivia: una historia de larga data

Era el 1 de mayo del año 1947 –con los barones del estaño en su auge y apenas 5 años después de la masacre de Catavi para acallar las demandas de sindicalización de uno de los pilares de la economía boliviana- cuando en la localidad minera de Llallagua (departamento de Potosí, Bolivia) inició su transmisión “La Voz del Minero”. A esta radio ligada y sostenida por la lucha sindical de los mineros, le siguieron muchas otras que brotaron en los centros mineros, pero también provincias y comunidades campesinas a lo largo y ancho del país.

La Voz del Minero, Radio Vanguardia de Colquiri, Radio Animas, Radio 21 de Diciembre, Radio Nacional de Huanuni son sólo algunas de las emisoras de radio creadas, financiadas y controladas por los trabajadores mineros de Bolivia. Se le suma Radio Pío XII, que pese a ser propiedad de los oblatos, pronto va asumiendo la identidad minera. A principios de los años 70 había 26 emisoras conformando la red minera, casi todas ellas en los distritos mineros del altiplano de Bolivia.

Bolivia, al igual que el resto de nuestra América Latina, ha vivido diferentes tipos de gobiernos en las últimas décadas. En especial, las radios comunitarias fueron víctimas de represión durante los largos años de dictaduras militares que intervinieron emisoras para acallarlas y perseguir, encarcelar e inclusive asesinar a los comunicadores. Las radios mineras son testigos y sobrevivientes de esta represión. Quedan en la memoria las secuelas del golpe del general Barrientos en 1964, posteriormente la tristemente célebre masacre de la noche de San Juan del año 1967, el golpe militar de Banzer (1971 a 1978) y la dictadura de Luis García Meza (1980), con muchas víctimas fatales.

Otra emisora popular e impulsora de una programación bilingüe (aymara y castellano) de renombre de la ciudad de La Paz es Radio San Gabriel, que inicialmente se instaló el año 1955 en la localidad de Peñas, lugar donde fuera descuartizado por la barbarie española el líder indígena Tupac Katari el año 1781 y cuyo grito libertario se hiciera realidad 225 después con el primer presidente indígena de Bolivia: “¡Volveré y seré millones!”.

Como primera emisora campesina del país recordamos Radioemisoras “Bolivia”, que desde 1971 pasa a manos de la Federación Departamental de Trabajadores Campesinos de Oruro, después de haber sido administrada por la iglesia. Le seguirá una larga lista de radios campesinas pequeñas y grandes, legales y clandestinas, que expresan el sentir desde las comunidades, acompañando las movilizaciones y lucha del pueblo boliviano, contribuyendo desde las radios comunitarias a la visibilización de los diferentes sectores.

Ya en los últimos años y en el marco de la refundación del viejo Estado colonial, las radios comunitarias cobran importancia llegando a constitucionalizarse su existencia e impulsándose desde las políticas públicas su implementación.

El marco legal de antes y ahora: de la privatización a la democratización

En Bolivia gobernaba el MNR aplicando la mal llamada capitalización. En ese contexto se aprobó el año 1996 la Ley de Telecomunicaciones (de tinte neoliberal) donde el acceso a una frecuencia fue reducido a una simple mercancía ofrecida al mejor postor (“licitación”) y por supuesto hacerse de canales de televisión o frecuencias de radio era parte del botín político de los respectivos gobiernos de turno. Alrededor del 90% de las frecuencias fue a parar a manos privadas. He ahí el origen de tantos empresarios políticos y a la vez dueños de medios de comunicación.

El año 2004 se logró el reconocimiento de la existencia legal como radios comunitarias, gracias sobre todo a las gestiones de AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias).

El año 2007, un Decreto supremo reglamenta la provisión de servicios de telecomunicaciones en áreas rurales, con un criterio de democratización.

Pero el cambio fundamental se da con la aprobación de la nueva Ley de Telecomunicaciones (agosto de 2011), que parte del concepto constitucionalizado del derecho a la información y comunicación y el espectro electromagnético como recurso estratégico. Por lo tanto promueve la democratización del espectro mediante la asignación de frecuencias en un 33% al sector privado, 33% al sector público, 17% para pueblos indígenas originarios y otro 17% para sectores social comunitarios. Habrá que esperar el año 2017, cuando culmine la mayoría de las licencias otorgadas en tiempos neoliberales por un periodo de 20 años, para efectivizar definitivamente este derecho a un reparto equitativo de las frecuencias.

A este marco legal se suma la apuesta por la soberanía tecnológica. Desde el 20 de diciembre de 2013, Bolivia ha puesto en órbita un satélite propio, además de impulsar centros de telecomunicación a lo largo y ancho del área rural, como forma efectiva de democratización de la comunicación.

A partir de 2006 el gobierno de Evo Morales Ayma impulsa las radios comunitarias como política de Estado

Desde el año 2006 inicialmente la DINACOM (Dirección Nacional de Comunicación) y posteriormente el flamante Ministerio de Comunicación, impulsan como política de Estado la consolidación del Sistema Nacional de Radios de Pueblos Originarios, que ya va llegando al centenar de radios comunitarias instaladas en los nueve departamentos del país. Cuarenta de ellas con varios años de funcionamiento, otras cincuenta recientemente instaladas en proceso de consolidación. Estas radios desarrollan su trabajo diario como una forma práctica de contrarrestar la hegemonía de las grandes redes mediáticas ligadas a los sectores privados comerciales, eclesiales y que de manera solapada o abierta se oponen a la democratización no solo de la comunicación sino a la transformación del Estado.

Las RPOs (Radios de Pueblos Originarios) vienen a reforzar el sistema de comunicación ligado a la emisora estatal Patria Nueva y le imprimen un carácter de identidad plurinacional y multilingüe, expresando la voz de las comunidades indígenas y de sectores sobre todo del área rural.

Las redes de radios comunitarias: articularse para una mayor incidencia

En Bolivia existen varias cadenas radiales de carácter comercial privado, algunas ligadas a la iglesia: Panamericana, ERBOL y FIDES entre las principales. Con una programación que revela el carácter crítico frente a la construcción del Estado plurinacional y poca presencia de las voces de sectores indígenas y populares, énfasis en los centros urbanos y prioritariamente en español pese a los amplios sectores bilingües de la población boliviana.

Hablando de redes alternativas y que agrupa a radios de carácter comunitarias, con casi tres décadas en Bolivia, AMARC cuenta con más de 120 afiliadas a nivel nacional, destacándose una fuerte presencia aymara entre las emisoras.
Está la red estatal Patria Nueva junto al Sistema de Radios de los Pueblos Originarios arriba mencionado.

Por otra parte el CEPRA (Centro de Producción Radiofónica) que ha articulado la Red de Radios comunitarias con el Sistema Nacional de Radios de los Pueblos Originarios, donde 80 emisoras se fortalecen en actualización de conocimientos y prácticas periodísticas, a la vez que impulsan tres redes que reflejan la diversidad del país (occidente, oriente y valles) para enlazarse vía satélite y unir sus voces en pos de una mayor incidencia en lo regional y nacional.

En 2014 inició el reconocimiento de periodistas y operadores de radios comunitarias, accedieron a la certificación de competencias en base a los conocimientos empíricos.

Si a ello le sumamos las centenares de radios comunitarias aún ilegales (que funcionan de manera artesanal y sin la licencia de funcionamiento respectiva), podemos afirmar que fácilmente en Bolivia las radios comunitarias sobrepasan el medio millar de emisoras.

Como un hito más del nuevo enfoque de un Estado plurinacional, en 2014 inició el reconocimiento de periodistas y operadores de radios comunitarias, quienes accedieron a la certificación de competencias en base a los conocimientos empíricos.

Sin embargo el fortalecimiento de capacidades y sobre todo, el equipamiento tecnológico y acceso a publicidad para superar la precariedad reinante en la mayoría de radios comunitarias, siguen constituyendo grandes desafíos.

Las radios comunitarias, instrumento y compañeras de lucha del movimiento indígena y popular

Como expresión viva del movimiento indígena y popular, las radios comunitarias forman parte de su diario vivir, acompañando los momentos más duros de las luchas y reivindicaciones, constituyéndose en las voceras y denunciantes. Muchas de estas radios pertenecen a organizaciones sociales y son sostenidas por éstas. Sus reporteros(as) y comunicadores(as) mandan despachos desde las marchas, bloqueos o huelgas, transmiten las resoluciones de los ampliados y congresos y son la bisagra entre la gestión pública y la sociedad civil. Son también las radios que mejor reflejan las expresiones culturales y musicales de sus respectivas comunidades en el idioma de cada lugar de nuestro Estado plurinacional, madrugando junto al pueblo para acompañarlo y alegrarlo en las tareas cotidianas.

Hay grandes avances, pero también muchos retos. Uno de ellos: trabajar en una estrategia de incidencia conjunta desde las organizaciones sociales y medios alternativos. Otro reto: garantizar una gestión sostenible no sólo económica sino integral. Finalmente: incorporar las TIC con miras a una mayor integración, poniendo la tecnología al servicio de la población.